Hoy pretendía finalizar los trámites de check out en Goma,
pero ha sido imposible. Ni el MILOB Commander ni el G1 se encontraban hoy en la
base, con lo que tendrá que ser mañana.
Al mediodía, he quedado con Darío, el uruguayo. Ayer llegó
de Walikale para iniciar un permiso corto que pasará aquí en Goma. Y no traía
buenas noticias.
Los May May Checa están cerrando el cerco sobre la ciudad y
las FARDC continúan divididas y luchando entre sí. En dos ocasiones, el pasado
lunes y el miércoles, parecía que los May May entrarían en la ciudad, pero sólo
fueron amagos y pruebas.
Ante esto, los miembros de las FARDC lo único que hicieron fue huir, abandonando
incluso sus bases y refugiándose en la selva, para volver cuando regresara la
calma.
Evidentemente, la peor parte se la está llevando la
población civil. Según cuenta Darío, durante estos días ríos de personas
inundan la carretera que se dirige a Kisangani, la única que ofrece cierta
seguridad. Walikale se ha quedado desierta y toda esa marea humana camina sin
saber muy bien hacia dónde por la carretera. Darío cuenta que se le hacía un
nudo en la garganta viendo los rostros de las gentes que, hasta hace nada, hacían
de Walikale un lugar alegre y seguro. Al que esto escribe, también le cuesta
trabajo hacerse a la idea de que esto sea verdad y que muchas de las personas
que conoció en esa ciudad, vaguen ahora en busca de un lugar donde
refugiarse.
Pero la situación en el resto de la provincia no es mejor.
El General Bosco, un antiguo miembro de las FARDC pretende
controlar por completo la ruta entre Walikale y Goma. así, en lugares como
Pinga, Ngungu, Masisi, e incluso en Sake, a apenas 20 Km. de Goma, la situación
se está haciendo insostenible. En Pinga, ayer mismo, se solicitó evacuación aérea
del personal de la ONU, aunque después no hizo falta.
Este es el panorama que vive la provincia en la actualidad.
Desolador. En apenas un par de semanas, todo lo que se había logrado en materia
de seguridad y desarrollo, se ha venido abajo.
La tarde ha sido gris en Goma. Salí a correr en medio de una
fina lluvia que, lejos de molestar, refrescaba el camino.