Cómo no, la ley de Murphy se cumple en España, en el Congo y en cualquier sitio del mundo, creo. Es universal.
Después de tres días sin correr a causa de la lluvia de la tarde, esta mañana he salido a hacerlo muy temprano. Pero, claro está, por la tarde no llovió.
Después de la carrera, Yoda, G.B. y yo hemos salido al mercado a intentar conseguir un cuchillo. Ya sé que puede parecer que no es verdad, pero en este sitio, hay que buscar mucho para poder conseguir un cuchillo de cocina. El que tenía Kisongo, el cocinero, se había roto. Pero, al final, lo conseguimos, y no uno, sino dos cuchillos. Esperemos que duren.
La patrulla de hoy la han llevado a cabo el TL y Rafiq, el paquistaní. Han hecho buenas migas entre ambos ya que hablan el mismo idioma. En teoría enemigos, por el sempiterno conflicto de Cachemira, los indios y los paquistaníes (también llamados “paquitos” por los latinos aquí presentes) sorprenden por la buena relación entre ellos, como si pertenecieran al mismo país.
Por la tarde, preparamos una cena algo más especial para despedir al TL, ya que ha cambiado su destino y dejará este TS para incorporarse a otro. En su lugar, esperamos un Teniente Coronel de Malasia.
Así que hicimos lo de siempre, unas pizzas con plátanos y piña y la cabra, en vez de hacerla como normalmente la hacemos, la intentamos hacer a la barbacoa. Del resultado, mejor no hablar.
Vinieron los oficiales de la Cía. India a la cena y trajeron algunos frutos secos y pollo. Así que, para estar donde estamos, fue un festín.
Pasamos una noche tranquila y agradable. Eso sí, la dichosa tormenta que me impidió correr tres días, se presentó de una forma violenta algo después de las 9 de la noche, cuando estábamos acabando de cenar. Y con mucha agua.