martes, 15 de noviembre de 2011

LLEGADA A KINSHASA

A eso de las 20.00 aterrizó el avión en el Aeropuerto de Kinshasa. Con 27º de temperatura y una humedad de más del 90%, empiezas a sudar nada más llegar y creo que no pararé hasta que me vaya.
El aeropuerto, correspondiente a un pais de estas características. Pobre, muy pobre:

Por suerte, me estaba esperando el conductor de Naciones Unidas para llevarme a la casa donde me alojaré durante mi estancia en esta ciudad. El autobús, conocido como Dispatch, no es más que una vieja furgoneta con varios asientos:
El viaje no tuvo desperdicio. En una hora aproximadamente, recorrimos los 24 kms. que separan el aeropuerto de la "latin house", como se conoce la casa. Es imposible explicar lo que se ve, lo que se oye, lo que se huele durante el trayecto. Una ciudad sin luces, con miles de personas deambulando por sus calles en un completo caos, camiones cargados hasta arriba con personas, incluso de avanzada edad, encima de la carga, taxis furgoneta con más de 20 personas hacinadas en su interior, vehículos pick-up de los años 70 "transmitiendo" el mensaje electoral de los candidatos a los electores del próximo 28NOV, día de elecciones.
Pequeños bares con mesas en las que se comía y se olía a no sé que tipo de carne, con velas en las mesas, no por romanticismo, sino para ver. Pero sobre todo, basura, mucha basura, por todos lados, con un olor insoportable en muchos tramos del camino. Aun habiendo visto Marruecos o Afganistán de noche, ha sido algo impactante. Es muy difícil explicarlo con palabras. Con los 75 Kgs. de equipaje prácticamente encima, me encomendaba al conductor del Dispatch, esperando que supiera llegar a la casa uruguaya, y además, lograrlo en esa jungla humana que era Kinshasa de noche.
Al final, logramos entrar en "zona segura".
La casa de los uruguayos es un apartamento de tres habitaciones bastante "acogedor", después de ver lo que he visto. Me acogen cálidamente, como no podía ser menos y me enseñan mi cama y mi habitación:

 Comparto habitación con 3 más, pero bueno, hay luz eléctrica y wi fi. Un lujo. Después de instalarme, cenamos algo de la que "la mamá" que atiende la casa a diario, ha dejado hecho, y a continuación, me voy a la cama. Por supuesto, no puedo dejar de mencionar los cientos de mosquitos que zumban en los oídos. El Relec, un potente repelente, de momento, está haciendo efecto y todavía no me han picado muchos. Espero que con la mosquitera en la cama, pueda pasar una buena noche.