Seguimos luchando contra los mini insectos que nos hacen la
vida imposible. Esta mañana, a las puertas de la casa, dos caracoles gigantes
hacían sus “cosas”. No sé cómo han llegado hasta aquí.
Caracoles "en acción" |
Hoy, como todos los martes, debería haber tenido lugar la
reunión semanal de seguridad en Walikale, pero se ha cancelado, aún no sé el
motivo.
Así que hemos cambiado el calendario de patrullas. Hoy he
salido sólo con el intérprete. Se esperaba que aterrizara un helicóptero con el
agua de enero del equipo y con el equipaje que aún nos faltaba a G.B. (Nepalí)
y a mí. Así que tanto el nepalí como el chino se quedaron para recibir la
aeronave.
Antes que nada fuimos al hospital de Walikale a ver cómo
había evolucionado el bebé violado por su padre hace unos días. Hoy el aspecto
era peor. Si el otro día era optimista, hoy debo ser reservado. Desde ayer no
come nada y su estado se ha deteriorado. Le están medicando como pueden. Ya
veremos. También visitamos al hijo del intérprete, ingresado con malaria. Él sí
que se encontraba mucho mejor y, probablemente, mañana le den el alta.
Entrada al hospital de Walikale. La ambulancia, donada por la Cruz Roja, es la única del distrito. |
La Agencia Española de Cooperación Internacional (AECID) también aportó su granito de arena para edificar el hospital. |
Después la patrulla nos llevó a Kurundu. Un poblado más o
menos grande y cerca de Walikale, a unos 10 km en dirección a Kisangani, con
carretera asfaltada.
Niños saludando. Hay miles de ellos por todas partes. |
Preguntamos por el jefe de la aldea, pero no se encontraba
allí, así que decidí visitar el “centro de salud” de la localidad.
"Centro ciudad" de Kirundu |
Kirundu |
Centro sanitario de Kirundu |
Las condiciones higiénicas eran muy malas. La sala de
consultas estaba llena de toda clase de insectos y pequeños lagartos y el
instrumental… sin comentarios.
Instrumental de la sala de consultas |
Allí trabajan 6 enfermeros, pero no hay ningún médico. Evidentemente
no cuentan con ningún vehículo para realizar asistencia a domicilio. La única
ambulancia del distrito, donada por la Cruz Roja, se encuentra en el Hospital
de Walikale. Estos enfermeros son los que nos cuentan un poco lo que pasa en la
aldea. Viven tranquilos, y la cercanía con Walikale hace que su situación no
sea tan desesperada como en otras localidades. Eso sí, carecen de agua potable
y el estanque del que beben está infectado con un gusano que hace que algunos
niños de la aldea hayan muerto últimamente por deshidratación y severas
diarreas. Posiblemente cólera.
Enfermeros |
De vuelta al TS, ayudamos a la carga del agua n el vehículo.
Como ya vaticiné hace unos días, mi equipaje aún no ha llegado. Intentaré
seguirle la pista, pero es difícil. El de G.B., que lo envió un mes antes que
yo, sí que ha llegado por fin.
Así que la comida ha sido algo especial, ya que ha preparado
unos fideos picantes que le había llegado con sus cosas.
Luego, elaboración de informes, y la carrera diaria. Por el
camino que recorría, un hombre gritaba en el suelo, sangrando por la boca y por
varias partes del cuerpo. Lo rodeaban cuatro individuos, dos de ellos con el
uniforme de la FARDC y otros dos de civil con fusiles. Creí que le había pasado
algo al hombre que gritaba, no sé si de dolor. Me dijeron que no pasaba nada,
así que proseguí la carrera. Al volver, lo vi atado de manos y piernas. Era un
detenido por las FARDC que lo trasladaban a la cárcel.
El día acaba y, de momento, y sorprendentemente, no ha caído
la tormenta de cada día.