Esta mañana, Amisi, el intérprete, se ha presentado enfermo.
Su hijo está ingresado con malaria en el Hospital y quizás él la tenga también.
Aun así, ha venido de patrulla.
Llevamos varios días en los que los insectos están por todos
lados. Es muy difícil luchar contra ellos. En especial, hay un diminuto
insecto, que incluso cabe por los pequeños agujeros de la mosquitera con la que
dormimos, cuyo picotazo es muy desagradable. Es peor que el mosquito. Apenas se
ve y hay cientos de ellos, especialmente al amanecer y al atardecer y, por
mucho repelente que se utilice, siguen picando, llegando a producir incluso
alguna que otra herida.
Por eso la noche ha sido un poco larga.
Hoy era la primera vez que me desplazaba por el eje Sur, el
eje del camino que, presumiblemente, llega a Bukavu, la capital de Sudkivu. Pero
Bukavu está muy lejos y el camino, en ocasiones, se torna senda como el que se
dirige a Goma. Además, las condiciones eran muy malas. Incluso para
todoterrenos había zonas casi intransitables.
El camino se hacía un barrizal, especialmente en este tramo |
La zona es la más salvaje de las que he visitado. Hay menos
poblados y, por lo tanto, menos gente. Las condiciones de seguridad son buenas,
pero los poblados viven totalmente aislados, de una forma primitiva. Utilizan herramientas
que sólo había visto antes en museos de arqueología. Especial asombro me
causaron unas herramientas hechas con trozos de metal, afilados, enganchados,
no sé cómo, a un palo, a modo de hacha o de machete.
Las formas de vida aquí son casi primitivas |
El camino casi se pierde en la selva |
Tras recorrer 19 km en una hora y media, llegamos a Katete.
El equipo había intentado llegar allí en otras dos ocasiones, pero las
condiciones del camino no lo permitieron. Hoy pudimos.
Katete |
Muchos niños, como siempre salieron a recibirnos, contentos
y gritando “jambo…” (hola).
El Jefe de la aldea era un joven que, sorprendentemente, era
más culto de lo que pensaba y muy bien vestido, cosa que no es usual en estas zonas. Mantuvimos una agradable conversación en un tono
distendido. Dijo que, al contrario que muchas otras aldeas, ellos no tienen
problemas de seguridad. Por esa zona no se mueve el FDLR ni los May May.
Pero su principal problema son las enfermedades. Las pobres
condiciones de salubridad de las viviendas, unidas a la ínfima calidad del agua
que consumen, hacen que la malaria se lleve a un niño por semana, según cuenta.
Además, se encuentran muy lejos de cualquier centro sanitario, con lo que se
hace muy difícil sobrevivir a la enfermedad.
Otra curiosidad es que, a diferencia de las aldeas que he
visitado hasta ahora, no pidieron nada. Siempre suelen pedir cosas tan
triviales como jabón, cerillas, aceite o lo que sea, pero en Katete lo único
que me pidieron fue que me hiciera una foto con ellos.
Foto con el "jefe" de la aldea y con Amisi, el intérprete. |
A la vuelta, el arroz con carne de cabra de siempre. La
tormenta se adelantó hoy bastante, así que salí a correr después de la misma.
Desde hace unos días, cuando los niños que me ven correr, gritan “good
morning”, yo les contesto “hola”. Ya han aprendido, y muchos de ellos, ya
cuando me ven de lejos, me gritan nuestro “hola”. Algo es algo.