miércoles, 7 de diciembre de 2011

6 DICIEMBRE


La verdad es que no sé ni por dónde empezar. Será mejor cronológicamente, según se han ido produciendo los acontecimientos.
A las 08.10 me recogió el Dispatch en el hotel y me llevó a la terminal de MONUSCO en el aeropuerto. Esta vez llegó a tiempo.
Últimas fotos del hotel



Cómo no, más trámites en la terminal, ya que mi nombre no se encontraba en la lista de pasajeros, y eso que sólo éramos ocho. Una vez finalizados estos trámites, a “facturar”. El peso que llevo encima: 82 kgs. Y eso que todavía no he recibido los otros 50 kgs. Que siguen en Kinshasa. Pero es que llevaba 18 litros de agua, el chaleco antibalas, el casco, los seis litros de leche para el Team Site, los pollos, en fin, un montón de peso. Tras dejar el equipaje, estuve esperando unas cuatro horas en una sala. En esta sala esperaban cinco militares indios y dos civiles, además de mí. Es curioso como uno de los militares indios, un Sargento, se acercó a mí para preguntarme de dónde era. Cuando le dije que era español, le sonó a chino. Incluso me preguntó luego cuál era el idioma que se habla en España. Eso sí, el Barcelona y el Real Madrid los conocía a la perfección, a pesar de que no sabía a qué país pertenecen. No es la primera vez que me sucede esto. Los países presentes en la zona, y los congoleños, no están acostumbrados a ver ni a escuchar españoles ni a tener ninguna noticia de lo que sucede en nuestro país. Pero la mayoría son forofos del Barcelona. Algunas veces, cuando digo que prefiero el Madrid, me ponen cara de tristes…en fin.

Sala espera terminal de MONUSCO
El vuelo se retrasó “sólo” tres horas y media. A las 13.00, al fin, me subí al helicóptero ruso que había de llevarme a Walikale.
Fotos del helicóptero ruso


Durante el viaje, el paisaje era precioso y cambiante. Conseguí sacar unas fotos, que dejo más abajo. Tras dejar atrás Goma, su lago y sus odiosos trámites administrativos, salimos en dirección SW (Suroeste). La ciudad se extendía en forma de pequeñas casas, chozas, desparramadas por una gran superficie. Comunicadas por caminos de tierra, no se veía ningún coche, únicamente personas, muchas personas, deambulando de una lado para otro. Después, se puede ver perfectamente desde el aire el que en su día fue el río de lava que partía del volcán Nyaragongo y que llegaba a la ciudad de Goma. Es como una gran lengua de roca magmática, oscura, rodeada de pastos verdes.
Más adelante, el relieve se hacía más pronunciado. Muy montañoso. Pero no hay que pensar en las grandes cumbres del Pirineo, sino más bien en las montañas asturianas o cántabras. En muchas de las cimas y de las crestas que atravesaban esta sierra, se veían pequeños poblados de unas cinco o seis chozas de barro y paja que cultivaban las laderas que los rodeaban. Había cientos de estos poblados Creo que es mejor verlo en las fotos que dejo abajo.


Si se amplían las imágenes, se verán perfectamente los poblados en las cimas y crestas y las laderas cultivadas

Por fin, el paisaje se suaviza y empieza a ser invadido por árboles. Entramos en la selva. Parece increíble, pero durante largos minutos, intentaba divisar algo que se pareciera al suelo y era imposible. Todo lo que se puede ver son millones de árboles, de todas clases e incluso de muchos colores. De vez en cuando, podía verse algún curso de agua, alguna catarata y alguna laguna o estanque, pero de suelo, nada.




La Selva

En un gran claro de esta selva, se encuentra Walikale. Una extensión, no muy grande, de pequeñas casas situadas de manera desordenada.



Walikale desde el aire


Aterrizamos en algo que se parecía a un campo de fútbol. El calor era agobiante y más con todo el peso que cargaba encima.
Fotos de la "pista" de aterrizaje



Tras esperar un momento, apareció Mustafá. Mustafá, ahora lo sé, es un empleado de la casa que “hace de todo”, hace las chapuzas, plancha la ropa, arregla los coches, corta la hierba, mata las serpientes y los ratones, de todo. De todo menos la comida. La comida la hace Kinsoko, un anciano que, según dicen, con los medios que tiene, hace maravillas en la cocina. Mustafá, cómo no, me cogió parte del equipaje y salimos del campo. Llegó el Nepalí con uno de los vehículos del Team Site. El nepalí, llamado G.B. parece un chaval, pero es mayor que yo. Es “de perfil bajo”. No sabía apenas conducir, no sabe hablar casi nada de inglés y encima debe estar un poco desconectado de todo, ya que lo primero que me preguntó fue que de dónde era. Pensaba que yo era americano. Después, cómo no, me preguntó qué idioma se habla en España y que si podía comer cualquier tipo de carne, incluso la de cerdo. Creo que su idea de España no es muy “detallada”. Lo malo es que este nepalí es el administrador de la casa. De él dependemos en cuanto a abastecimiento de comida y otras necesidades.
Después de una vuelta por Walikale, ya que creo que se perdió, llegamos a la casa. La casa del Team Site está en una montaña desde la que se divisa la localidad. La primera impresión de Walikale no fue mala. Gente muy pobre, pero que vive con la máxima dignidad posible. Los únicos vehículos que vi fueron el nuestro, uno de policía y una ambulancia. Ni siquiera el Rgto. Congolés de las FARDC posee vehículos. Eso sí, a 150 mts. De la casa se encuentra la base de una Compañía india. Ahí es donde nos tenemos que acoger en caso de que se produzca alguna contingencia. Ellos tienen armas y vehículos.
La casa es una construcción muy vieja y totalmente destrozada. Tiene un amplio salón, una “cocina” y cinco habitaciones, dos de ellas grandes, compartidas por dos de los MILOBs y otras tres que son auténticos zulos. Antes eran cuartos de baños a los que les han quitado todos los elementos y las han dejado vacías. La que “elegí” no tendrá más de 3 metros cuadrados, siendo generoso. Vale más una imagen que mil palabras.

Arriba, habitación al llegar. Abajo, después de "instalarme" en ella.




El baño está fuera. Esto por la noche puede no ser muy bueno, dada la posibilidad de encontrarte con algún “bicho” mientras vas o vienes al aseo. La electricidad la dan dos grupos electrógenos que funcionan de 08.00 a 22.00. Después, la oscuridad total. La ducha no es más que una tabla cogida del techo con dos alambres y que sirve para apoyar un cubo con un agujero que permite que el agua caiga poco a poco.
W.C.
Arriba y abajo, ducha

Bañera




"Gimnasio"

Cicina

Tras “instalarme” en la suite, pedí a Mustafá que me ayudara a poner la mosquitera. Después comí un poco de arroz con carne de cabra en salsa. Era demasiado picante. El Team Leader (el más antiguo de los que estamos aquí) es un indio, con lo que, visto lo visto, me quedan muchas comidas picantes. Eso sí, hay plátanos de sobra.

Después intenté hablar con el Team leader, un Teniente Coronel indio que no quiso entrar en detalles. Me dijo que me relajara y que ya hablaríamos, y eso hice.
Por lo demás, estamos pendientes de la publicación de los resultados electorales, que se está demorando demasiado. Ya veremos las reacciones que se produzcan.
Para finalizar esta larga entrada, una de sensaciones; aunque las condiciones de vida no son óptimas, el hecho de dejar atrás Goma, con sus agobios, sus papeles, con todo el mundo intentando robarte, etc., da una sensación de tranquilidad y de libertad. Mañana, por fin, comienzo a hacer lo que vine a hacer.
Eso sí, las vistas de Walikale desde la casa, impresionantes.