Amisi, el intérprete, ha cogido vacaciones unos días. Eso
significa que las patrullas las tenemos que realizar con Mustafá, que es el
encargado de todas las tareas de mantenimiento de la casa. Esto hace que, para
darle tiempo a cumplir con sus obligaciones en la casa, las patrullas tengan
que ser planeadas de manera distinta, haciéndolas lo más cortas posible. Se ha
solicitado un nuevo intérprete, pero seguramente no llegará.
Así pues, la patrulla de hoy nos ha llevado hasta Boboro, un
poblado a 22 km de Walikale en dirección a Kisangani, por un buen camino
asfaltado, con lo que no hemos tardado mucho en llegar.
Entrada de Boboro |
En mis tres semanas ya aquí, he tenido tiempo de visitar y
conocer numerosos poblados y aldeas. Aquí, como en Afganistán, la mentalidad de
estas poblaciones difiere una de otras. He podido comprobar cómo hay
localidades donde “esperan” algo, alguna ayuda, de fuera, bien sea divina, de
NN.UU. o de alguna ONG. En estos lugares, casi “te exigen” el que le des algo.
No tienen visos de prosperar y, cada vez que alguien quiere hacerlo, cuenta
entre sus convecinos con su primer enemigo. En estas aldeas, además, y a pesar
de la extrema pobreza en la que viven, es donde más luchas entre facciones
armadas se dan, con lo que son aún más castigadas.
Pero hay otras poblaciones que han sabido aprovechar el
empuje que las NN.UU. y las Organizaciones Internacionales y ONG le han dado a
esta zona, han prosperado. Han conseguido salir de la pobreza extrema, creando
un entorno pacífico en el que dichas instituciones pueden llevar a cabo su
labor.
Este es el caso de Boboro. Una población que ha triplicado
su número de habitantes, hasta llegar a los 4500, en sólo año y medio. Que en
ese tiempo, ha logrado construir dos escuelas primarias, una secundaria, dos
fuentes que abastecen a la población de agua segura. Han conseguido ser un
punto de referencia para comprar y vender todo tipo de mercancías. Así, aunque
siguen viviendo en medio de la pobreza, la situación no es tan acuciante como
la de los anteriores, y su nivel de desarrollo crece día a día.
Boboro |
Gente trabajando |
Lo único que pidieron, arreglar el tejado de una de las escuelas que un rayo de las últimas tormentas caídas, destrozó.
A la vuelta, paramos a comprar una cabra. Ya se nos está
acabando la carne de la anterior y hacía falta una nueva. Tras varios regateos,
conseguimos una, aunque bastante delgada. Intentaremos cebarla un poco antes de
sacrificarla.
Sigue haciendo mucho calor. Los lugareños dicen que es
normal, que la época de lluvia ha terminado y que esto es lo que nos espera a
partir de ahora.
Con las altas temperaturas, la casa se llena de nuevos "inquilinos" |
Luego, la carrera, confección de informes y poco más.
La gente de Walikale sigue celebrando la navidad por todo lo
alto, siempre dentro de sus posibilidades. Anoche, hasta la una de la
madrugada, volvían a oírse cantos y timbales, incluso gritos, desde la
población.